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El Capricho de Gaudí. Barrio de Sobrellano s/n 39520 Comillas

Tlf. 942 720 365 / Fax. 942 720 842

DIAS FESTIVOS: 24, 25 Y 31 DE DICIEMBRE / 1 Y 6 DE ENERO

 

El Capricho

En 1883, Máximo Díaz de Quijano (cuya hermana era cuñada de Antonio López y López, primer marqués de Comillas, y, como él, indiano enriquecido en América) encargó a Gaudí la ejecución de un chalet de veraneo junto al palacio de Sobrellano del marqués, en la localidad cántabra de Comillas: El Capricho. Este edificio (1883-1885) es contemporáneo de la Casa Vicens (1883-1888), que Gaudí levantaba en Barcelona. Por eso, la construcción del Capricho fue dirigida a pie de obra por Cristóbal Cascante, amigo y compañero de promoción de Gaudí. Y aunque Cascante dispuso de una maqueta y de planos muy detallados de Gaudí, a quien consultaba todas sus dudas, viendo la minuciosidad de los detalles del Capricho y la perfección de los acabados se hace difícil creer que nunca estuviera en Comillas ,de hecho, el escultor Joan Matamala escribe en sus memorias que Gaudí le contó que había hecho un viaje de incógnito a Santiago de Compostela entre 1883 y 1885, pasando por Burgos y Comillas.

La importancia del Capricho (y de la Casa Vicens) es que son los primeros edificios de Gaudí y, por consiguiente, obras importantísimas para el devenir de la carrera del arquitecto y esenciales para el estudio de la trayectoria del conjunto de su obra y definitorias del estilo de su primera época, que se distingue, como señala L. E. Cirlot, por la influencia mudéjar, por la alternancia entre esta sugestión orientalista y el medievalismo, y por la aparición progresiva y creciente de los elementos que corresponden a la época de madurez de Gaudí.

El exterior del edificio se caracteriza por la utilización de la piedra en la parte baja, del ladrillo visto adornado con franjas de cerámica vidriada que representan girasoles y hojas en el resto, y la superposición de la superficie curva frente a la recta.

El Capricho es una muestra de la plenitud de la tendencia oriental en la que Gaudí halló espléndidas soluciones, como la torre-minarete (o alminar persa) y que es el elemento definitorio de esta obra y el primer precedente de una solución arquitectónica que aparecerá en futuras construcciones como Bellesguard o los Pabellones del Park Güell. En el remate de la torre, toda ella revestida de la misma cerámica que las franjas, acentuando así su verticalidad, hay un delicioso templete sostenido por cuatro columnas de fundición, en el que la geometrización de la cúpula, según el ya citado Cirlot, es un verdadero cubismo realizado con un cuarto de siglo de antelación.

También hay que destacar en esta primera obra de Gaudí (lo que será una constante en su obra) la extraordinaria adaptación a las características del contratante. Efectivamente, Díaz de Quijano era músico amateur y coleccionista de plantas exóticas. El Capricho, cuyo nombre evoca, precisamente, la composición musical libre y fantasiosa, tenía planta en forma de U para abrigar del viento del norte un gran invernadero orientado al sur donde el propietario atesoraba las plantas que le traían de ultramar. Y Gaudí reflejó la pasión del propietario por la música en diversos elementos, tanto de la decoración interior, como en el exterior. Es el caso de las vidrieras de la libélula con una guitarra y la del gorrión sobre un órgano, o del banco-balcón, donde los contrapesos de la ventana de guillotina eran tubos metálicos que al subir o bajar eran percutidos por un vástago y emitían agradables sonidos musicales.

Josep Liz. Triangle Postals

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