El 30 de noviembre, la villa marinera de Castro Urdiales celebra una de sus fiestas más populares del otoño. Fiesta de Interés Turístico Regional.

La festividad de San Andrés, patrón de los marineros, es celebrada cada año por castreños. El menú obligado de estos días son caracoles y besugo a la preve. Es junto al Coso Blanco una de las fiestas más populares y carácter de la ciudad. El protagonismo de los marineros en estos días es singular, por ser éste, patrón de los mismos. El menú obligado de estos días son caracoles y besugo a la preve. Las regatas de bateles, verbenas y concursos que evocan la vida marinera se celebran durante los días que se festeja al santo.

Pero, ¿desde cuándo se celebra esta fiesta? El historiador Ramón Ojeda tiene la respuesta a esta pregunta. Según publica en su libro ‘El puerto de Castro Urdiales. Recursos técnicos, transporte y comercio (1163-1850)’ fue durante la Edad Media «cuando se creo en Castro la Cofradía bajo la advocación de San Andrés, y con ella de nuevo toda una transmisión iconográfica y cultural que calará en lo más hondo del sentimiento castreño». «San Andrés, con su cruz, hermano mayor de San Pedro y también pescador en Galilea, en el culto cristiano ha sido considerado como el primer seguidor de Jesucristo. Y parece bastante evidente que en nuestro caso, lo mismo que había ocurrido con los anteriores de Santa María de la Asunción, Santa Ana y San Guillén, aquella veneración, trasladada hasta los emblemas del cabildo de mareantes y pescadores, también llegó a través de la mar». Fue a partir de la creación de la Cofradía de San Andrés cuando se comenzó a celebrar la fiesta.

En Castro, tanto la fecha como el propio santo tienen una importancia especial. Y es que los antepasados de los marineros que ahora forman parte de la cofradía de pescadores del municipio lo eligieron como patrón en base a dos aspectos. De un lado, que sobre el 30 de noviembre comenzaba la campaña del besugo de cuya captura dependía la economía de los castreños, y por otro que la primera ermita que se construyó en la ciudad, entre los siglos X y XI, se llamaba precisamente San Andrés, estaba situada en Urdiales y allí acudían los pescadores a pedir al santo una buena captura de besugo. «Se solía decir y se dice ‘por San Andrés, besuguillos tres’».

Pese a que en Castro, de un modo u otro, siempre se celebró San Andrés, la fiesta, como tal, data aproximadamente de finales del siglo XVI cuando ya existen ordenanzas del rey Felipe II en las que se dice que «los castreños deben celebrar San Andrés». A partir de ahí, la fiesta ha pasado por varias fases. En la primera etapa (hasta mediados del siglo XVII) se iba en procesión hasta la ermita del santo en Urdiales. A partir de la segunda mitad del siglo XVII, la procesión se acortó y sólo llegaba hasta la iglesia de Santa María. El Obispado decidió acortar esta procesión «para evitar las numerosas inmoralidades que se cometían en esa época».

Así perduró hasta los últimos años del siglo XIX cuando la festividad, sobre todo en el aspecto más religioso, entró en decadencia si bien la celebración permaneció indemne en los hogares de los pescadores.

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