El montaje ‘Hoy no me quiero levantar’, de la compañía cántabra Ábrego y que aborda el acoso escolar, llega este martes, 13 de diciembre, a los 25.000 espectadores, en el Teatro Buero Vallejo de Alcorcón. Se representará ante 1.400 alumnos de Secundaria del municipio madrileño, a las 10 y 12 horas, y tras 63 puestas en escena desde su estreno.

La obra, interpretada por Pablo Escobedo y Pilar Revuelta, refleja la política de compromiso social de la compañía de Pati Domenech en sus montajes, y está siendo «fuertemente demandada» en toda España. Así, responsables educativos y culturales incluyen su representación entre las medidas de prevención contra el bullying y en sus campañas de teatro joven.

‘Hoy no me quiero levantar’ responde al esquema de producción de Abrego basado en el equilibrio entre principios éticos y estéticos. Por un lado, la compañía aborda uno de lo problemas más acuciantes que acechan al sistema educativo y a la sociedad en general: el acoso escolar o bullying. Se trata de «un fenómeno de raíces violentas, que en demasiadas ocasiones va asociado a conductas xenófobas, y que es mas habitual de lo reconocido».

Abrego pretende con esta obra hacer reflexionar sobre el tema e incluso servir de «profilaxis en las mentes» de los jóvenes espectadores, pero también en las de padres y educadores. La obra trata de mostrar «verosimilitud» y causar el efecto de que los hechos que se reflejan en la escena están extraídos de la realidad, lo cual provoca una «fuerte impresión» en el espectador.

Dos historias se entrecruzan en el montaje. Una contada en primera persona: la del joven que sufre acoso en silencio, que desea que no comience un nuevo día en el que tener que enfrentarse de nuevo a la constante humillación de unos compañeros que no saben de compasión, comprensión o empatía, frente al que consideran débil y vapuleable.

Y una segunda historia contada en tercera persona, por alguien que asiste como espectadora al linchamiento moral de una nueva alumna que se incorpora al centro, y que finalmente toma partido por la víctima en un acto justicia elemental y que a muchos sorprende. Con la descripción realista del relato «tremebundo» de unos hechos «deplorables» se persigue plantear al público la necesidad de «implicarse emocionalmente con las víctimas».

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