El Museo Nacional y Centro de Investigación de Altamira acoge la exposición ‘El color engendra vida: arte rupestre de cazadores recolectores en los cañones del Bajo Pecos’, formada por algunas de las manifestaciones de arte rupestre «más complejas e
impresionantes de América del Norte», realizadas por cazadores recolectores hace casi 4.000 años.

La muestra recorre, a través de fotografías y acuarelas realizadas por la comisaria, Carolyn Boyd, las imágenes más representativas de los más de 300 sitios localizados hasta el momento al norte del río Grande, una zona que ha sido declarada este 2021 como Monumento Histórico Nacional de Estados Unidos por su «complejidad, espectacularidad» y el número de sitios con arte, que sigue creciendo cada año, ha informado el Museo Altamira en nota de prensa.

La región del Bajo Pecos, ubicada en el suroeste de Texas (Estados Unidos) y Coahuila (México), se caracteriza por un paisaje de desfiladeros y cañones estrechos que albergan cientos de abrigos rocosos donde se han localizado yacimientos arqueológicos y pinturas rupestres que documentan la forma de vida de los cazadores recolectores.

Hace 4.000 años, los habitantes de la zona, nómadas y con una subsistencia a base de forrajeo, plantas silvestres y caza menor, comenzaron a realizar arte rupestre en complejos murales con un estilo esquematizado y ordenado.

Los nativos americanos creían en un universo en el que una fuerza vital impregnaba todas las cosas, incluido el arte rupestre, por lo que los personajes representados son seres vivos que participan activamente en la creación, en el pasado, en el presente y en el futuro.

Entre las imágenes representadas destacan las figuras humanas, que, ejecutadas con gran precisión, detallan adornos corporales, armas o parafernalia. Junto al ser humano, aparecen animales como ciervos, felinos, y figuras serpenteadas. También se atisban figuras enigmáticas de categoría indefinida y cuyo significado se desconoce.

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