En el momento en el que se construye una estructura, se refuerza o se demuele, se necesita una estructura que asegure durante todo el proceso su estabilidad. Dicha estructura provisional, comúnmente se le denomina apuntalamiento o apeo. 

Concretamente, se define el apuntalamiento de fachadas como el soporte que sostiene a una estructura ya construida que amenaza perder, ha perdido o se le ha privado, por diversas causas, de sus cualidades estructurales de resistencia, verticalidad, rigidez, estabilidad, etc…  

De las características de la geometría de la nueva construcción y del proyecto de retención de fachadas dependerá el sistema de apuntalamiento temporal que se escoja, a su vez, la elección del tipo de andamio requerirá analizar distintos factores como la estabilidad del terreno o superficie sobre la que se instala. 

Un aspecto a tener en cuenta es el montaje correcto del andamio, para evitar accidentes como derrumbes de la estructura, caídas de personas u objetos e incluso desplomes. El andamio debe proteger tanto a los transeúntes que circulan por la calle como a los operarios que trabajan desde la estructura del andamio.

Pese a que los andamios son seguros, se deben llevar a cabo revisiones periódicas para corroborar que el estado de los componentes de un andamio es el correcto y los operarios han de equiparse con Equipos de Protección Individual, así como casco, guantes, arnés y casco de seguridad. 

Entre las funciones de los apuntalamientos de fachada, se destacan no estropear o perjudicar determinadas partes de la edificación que se encuentran en buen estado, permitir la correcta realización de los trabajos durante la obra, ser una solución más económica en tiempo y coste, dado que existe el alquiler de andamios y que resista y dure en relación a las condiciones ambientales y las cargas.  

Por ello, para cualquier obra que se valore es necesario una estructura de andamiaje provisional, hay numerosas variedades entre los que  destacan los de pasarela, puentes, entre otros. A su vez, también existen estructuras donde varía el material, de tal manera, existen los andamios de aluminio, de madera, de acerco, de fibra o incluso de bambú.  

La combinación de la estructura y el material dará resultado a todos los tipos de andamios que podemos ver en las edificaciones que se están rehabilitando o construyendo por las calles y que dan soporte para facilitar los procesos en cuestión.  

Asimismo, explicaremos brevemente los tipos de andamios que se emplean en el apuntalamiento de fachadas. Existen distintos tipos de andamios que se pueden utilizar, dependiendo de las características y necesidades de cada proyecto como se mencionó anteriormente. 

Entre los andamios más utilizados se encuentran: los andamios tubulares, también denominados andamios europeos, son los más comunes y se emplean para la mayoría de las obras de construcción, compuestos por tubos y accesorios, permitiendo adaptarse a diferentes formas y tamaños según la fachada. 

Los andamios colgantes, ideales para fachadas de edificios altos, se utilizan cuando no es posible colocar un andamio desde la base, sostenidos desde la parte superior del edificio y gracias a su sistema de poleas se desplazan hacia abajo o hacia arriba. 

Los andamios móviles, son útiles en caso de que sea necesario mover el propio andamio de un lugar a otro, su capacidad de movimiento deriva de las ruedas sobre las que se apoya facilitando el trabajo de los obreros; y, finalmente, los andamios multidireccionales, este tipo de andamio se adapta a diferentes configuraciones y es especialmente útil en edificios con fachadas irregulares, esto se debe a que está compuesto por piezas que se unen en diferentes ángulos y direcciones.  

Es importante, tener en cuenta los aspectos que se han comentado y es recomendable contar con la ayuda de un experto en andamios para elegir el tipo adecuado para cada proyecto.  

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